
Es muy común pensar que la imaginación es cosa de niños. La narrativa de que los adultos pierden capacidad para la imaginación al crecer está muy extendida, al menos en la sociedad occidental.
En nuestra entrega anterior expusimos que, según la psicología, imaginar es crear imágenes; es decir, representaciones mentales y que estas pueden estar basadas en la realidad física o bien. evocar situaciones o elementos ficticios o hipotéticos. Entendiendo esta definición de imaginar, podríamos frenar la reflexión y decir que todos creamos imágenes mentales todo el tiempo y que no hay competencia.
Sin embargo, lo interesante de esta pregunta va hacia las imágenes ficticias o hipotéticas. La imaginación no tiene límites. Esa es su magia. Cuando opinamos que los niños tienen más capacidad para la imaginación, frecuentemente lo que se intenta decir es que los niños carecen de muchos de los límites que como adultos hemos aprendido. Sabemos más sobre lo que es posible y lo que no y hemos enfocado mucha de nuestra energía mental en menos escenarios fantásticos a medida que nuestras responsabilidades aumentan. Pensándolo así, punto para los niños.
No obstante, debemos recordar que para crear una imagen necesitamos tener información previa relevante o tener contacto con una realidad concreta relacionada a través de nuestros sentidos. Las imágenes producto de la realidad que experimentamos y las memorias que se crean de ellas son los bloques que permiten construir una imagen de algo que no existe en el mundo real.
Sí, eres capaz de visualizar un delfín morado que habla japonés y sin embargo, este no existe. Pero si no supieras qué es un delfín, cómo se ve el morado y que el japonés es una lengua que suena de cierta manera, no habrías podido imaginarlo. Así, pudiéramos entonces argumentar que un adulto, en teoría, tiene una capacidad imaginativa mayor que la de un niño puesto que tiene un arsenal de bloques para la construcción de imágenes mucho mayor.
En conclusión, no parece haber una sola respuesta correcta. Las diferencias se deben más al contexto e historia de vida del individuo. Así, como docentes, debemos siempre promover la imaginación en nuestros estudiantes en diversos contextos, con diversos sentidos y con diversos objetivos. Un niño con una gran imaginación es alguien más creativo. Alguien más creativo tiene mayor capacidad para enfrentar y solucionar problemas.
Un docente con una gran imaginación suele tener más herramientas para enseñar. Y frecuentemente es más divertido.
¿Tienes ideas innovadoras para promover la imaginación en tus estudiantes? Queremos escucharlas. Únete a nuestra comunidad de docentes y personal directivo de colegios CIME en Facebook. Aquí podrás compartir ideas, experiencias o hacer preguntas sobre nuestro método constructivista para las matemáticas